En el corazón del barrio Bilbao, en la localidad de Suba, los días comienzan a teñirse de nuevos matices. No se trata solo de la pintura que poco a poco va renovando las fachadas de sus casas, sino de la ilusión compartida entre vecinos, que ven en los talleres de formación en acabados de estuco y pintura una oportunidad para aprender, crear y tejer comunidad. La estrategia Bogotá a Color, impulsada por la Caja de la Vivienda Popular (CVP) y la Fundación Pintuco, llegó al barrio con brochas, pinturas y rodillos, pero también con la promesa de abrir un espacio de encuentro que va más allá de lo estético.
Bogotá D. C., 01 de octubre de 2025
Por: Edwin Diaz
“Bogotá a Color es una alianza entre la Caja de la Vivienda Popular y la Fundación Pintuco, que busca embellecer las fachadas del barrio Bilbao, en la localidad de Suba. Queremos también construir tejido social, comunidad a partir de este proyecto, con espacios de renovación, pintura y cambio de color”, explicó Katerine Bolaño, integrante del equipo social de la estrategia.
El taller, que se desarrolló en el barrio Bilbao, ha reunido a decenas de asistentes que ven en esta formación algo más que una clase técnica. Entre ellos está Mónica Narváez, artesana y líder comunitaria que, con emoción, cuenta cómo esta experiencia conecta su labor con el futuro de su hogar y el de otras mujeres de la localidad.
“Es la primera vez que asisto a estos talleres de pintura y me interesan muchísimo, ya que yo pinto cerámica y madera. Lidero el grupo de la red de mujeres artesanas y productoras de Suba, y algunas de nosotras estamos aquí porque queremos aprender estas técnicas para aplicarlas en nuestras propias casas. Somos madres cabezas de hogar y esto nos da herramientas no solo para nuestros hogares, sino también para nuestros emprendimientos”, comenta Mónica.
El proyecto tiene un trasfondo que va más allá de la estética urbana. Al recorrer las calles del barrio, el visitante puede observar cómo el color se convierte en un lenguaje común. Cada trazo, cada fachada renovada, es símbolo de pertenencia y de orgullo por el territorio. La dinámica de los talleres, que combinan la enseñanza técnica con el trabajo comunitario, ha generado un ambiente de colaboración. Los participantes se ayudan entre sí, intercambian ideas sobre combinaciones de tonos y comparten experiencias que fortalecen los lazos vecinales.
La alianza entre la CVP y la Fundación Pintuco se inscribe en un propósito mayor: recuperar el sentido de comunidad a través de la transformación del entorno físico. En Bilbao, ese objetivo comienza a materializarse no solo en las fachadas coloridas, sino también en el entusiasmo de los vecinos que, con brocha en mano, se reconocen parte de un proyecto colectivo.
Para mujeres como Mónica Narváez, la iniciativa representa también un camino hacia la independencia económica y el fortalecimiento de los lazos con otras artesanas. “En la red lo vamos a aplicar para nuestras clases y productos. Muchas veces enseño pintura, y ahora cuento con nuevas herramientas para compartir y aplicar. Esto no es solo para hoy, es algo que vamos a llevar a nuestras casas y a nuestras vidas”, afirma convencida.
Bogotá a Color apenas comienza. Entre paredes que recuperan el brillo perdido y talleres que siembran conocimiento, el barrio se prepara para escribir un nuevo capítulo: el de una comunidad que, con la fuerza de la unión y la sencillez de una brocha, transforma su presente y pinta con esperanza el futuro.
