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“Con la entrega de 29 apartamentos en el proyecto La Alegría I, II y III de La Marlene, en Bosa, las familias beneficiarias del programa Vivienda Segura dejaron atrás años de incertidumbre en zonas de alto riesgo. Ahora, gracias al compromiso de la Alcaldía Mayor, la Secretaría de Hábitat, la Caja de la Vivienda Popular y aliados como Cusezar y Camacol, cuentan con hogares dignos y seguros en los que podrán construir comunidad, tranquilidad y futuro”.

Bogotá D. C., 02 de octubre de 2025         

Por: Adriana Arango - Oficina Asesora de Comunicaciones 

 

En Colombia, la lluvia no siempre es alivio o frescura. Para miles de familias, cada nube oscura es presagio, cada gota es advertencia, cada aguacero un enemigo invisible que amenaza con arrastrar no solo techos y paredes, sino también la calma de la vida misma. En Bogotá, durante años, ese temor cotidiano marcó la historia de muchos hogares.

Sin embargo, el 30 de septiembre de 2025 fue distinto. Ese día, 29 familias dejaron atrás la zozobra y abrieron la puerta a la esperanza. La cita fue en La Alegría I, II y III de La Marlene, en la localidad de Bosa, un proyecto que honra su nombre. Allí, la emoción se volvió palpable: lágrimas de madres abrazando a sus hijos, suspiros de abuelos que por fin podían descansar sin miedo, risas de niños que corrían por los pasillos como si fueran parques recién inaugurados. No era únicamente la entrega de 29 apartamentos. Era la confirmación de que la vida merece ser protegida, de que el Distrito cumple sus compromisos y de que la dignidad, tantas veces postergada, sí puede tocarse con las manos.

29 historias de vida que pasan del riesgo a la seguridad en La Alegría Bosa

Llegar hasta ese día no fue sencillo. La vida de las familias beneficiarias estuvo marcada por la fragilidad. Casas colgadas en laderas inestables, suelos que se resquebrajaban con cada lluvia, paredes de madera improvisada que parecían sostenerse más por la fe que por la firmeza. La angustia de escuchar cómo la tierra se fragmentaba bajo sus pies se volvió parte de la rutina. Algunas familias ya habían perdido todo en derrumbes anteriores; otras vivían con la certeza de que en cualquier madrugada podrían ser las siguientes. Así, la lluvia, que debería ser bendición, se transformó en amenaza.

Frente a ese clamor, el programa Vivienda Segura, liderado por la Caja de la Vivienda Popular (CVP), se convirtió en respuesta y refugio. Pero no se trató solo de cambiar un techo. Fue, y sigue siendo, un acompañamiento integral: asesorías jurídicas, talleres de convivencia, orientación social y económica, subsidios de apoyo, visitas permanentes y, sobre todo, una mano extendida que nunca se retiró. Cada familia fue escuchada, cada caso atendido, cada angustia reconocida. Porque detrás de cada expediente había un rostro; detrás de cada documento, una historia; y detrás de cada historia, una vida que merecía ser cuidada.

El día de la entrega, la emoción fue un torrente imposible de contener. Las madres y padres apretaban la llave como si fuese un tesoro; los abuelos lloraban en silencio, tal vez recordando las noches interminables de zozobra. Cada apartamento era mucho más que ladrillo y concreto: era la prueba de que Bogotá puede transformarse, cuando decide poner la vida en el centro.

Uno de los instantes más íntimos llegó con la dinámica “Del riesgo a La Alegría”. Frente a hojas en blanco, las familias se detuvieron a recordar. Primero, su pasado: techos de zinc atravesados por el agua, montañas que se deslizaban, miedo tatuado en la memoria. Luego, el presente: la mano extendida de la Caja, los talleres, la compañía que los sostuvo en medio de la espera. Finalmente, el futuro: sueños y compromisos que se transformaron en palabras como “tranquilidad”, “educación”, “futuro” y “comunidad”. Ese mural se convirtió en un espejo colectivo: la prueba de que es posible pasar del miedo a la confianza, del riesgo a la certeza, del dolor a la esperanza.

29 historias de vida que pasan del riesgo a la seguridad Alcalde Galán entrega aptos en La Alegría BosaEl alcalde mayor de Bogotá, Carlos Fernando Galán, no ocultó su emoción: “La ciudadanía seguirá contando con un gobierno que trabaja para hacer realidad soluciones concretas, capaces de transformar el entorno y la ciudad. Un gobierno que les permita desplegar todo su potencial y, sobre todo, ser felices en Bogotá: su ciudad, su hogar”.

 

El director de la CVP, Juan Carlos Fernández, añadió: “Hoy pasan del alto riesgo a la alegría, así como se llama este proyecto. Muchos me dijeron que la verdadera felicidad es dormir tranquilo. A partir de ahora lo harán, porque sabrán que su techo no se vendrá abajo, que el agua no invadirá su hogar y que tendrán un lugar seguro para compartir con sus familias”.

 

Desde Camacol y Cusezar, la voz fue clara: la unión entre lo público y lo privado no solo construye apartamentos, también construye confianza en la ciudad y sus instituciones. Susana Peláez, gerente de Cusezar, lo sintetizó con estas palabras: “Una vivienda digna no solo se refiere a un lugar para vivir, sino a la capacidad de las familias para construir comunidad y convivir en armonía. Por eso trabajamos junto a la Caja de la Vivienda Popular en procesos que fortalezcan el sentido de pertenencia, la convivencia y la sostenibilidad social de los proyectos”.

El proceso no termina aquí. El programa Vivienda Segura tiene la meta de reasentar a más de 2.000 familias en este cuatrienio. Cada entrega será un paso más hacia una Bogotá que pone la vida como prioridad y que reconstruye la confianza entre ciudadanía e instituciones. Porque este no es solo un proyecto de apartamentos: es un proyecto de ciudad, un pacto colectivo para que nunca más una familia tenga que elegir entre el riesgo y la resignación.

Cuando cayó la tarde sobre las torres recién estrenadas, el sonido que quedó grabado no fue el de los discursos ni el de los aplausos. Fue el tintinear de 29 llaves en 29 bolsillos distintos. Ese sonido sencillo, repetido una y otra vez, se convirtió en la melodía de la esperanza.

Y así, entre lágrimas y sonrisas, Bogotá aprendió algo profundo: la alegría no es solo un nombre ni un estado de ánimo. Es también una emoción tangible. Vive en las paredes firmes de un apartamento nuevo, en la risa de un niño que ya no teme a la lluvia, en la mirada de una madre que sabe que sus hijos estarán seguros, y en la voz de un abuelo que, al cerrar la puerta de su casa, puede susurrar con orgullo: “ahora sí tengo paz”.

29 historias de vida que pasan del riesgo a la seguridad Secretaria Hábitat Vanesa Velasco entrega aptos en La Alegría Bosa

La secretaria del Hábitat, Vanessa Velasco, resaltó:Por primera vez logramos unir esfuerzos del Sector Hábitat para entregar viviendas con valor cero a las familias beneficiarias. Además, este proyecto incorpora soluciones sostenibles como el aprovechamiento de agua lluvia, lo que demuestra que en Bogotá avanzamos hacia una vivienda digna, accesible y responsable con el ambiente”.

Ese 30 de septiembre no solo se entregaron apartamentos. Ese día se entregó certeza, se entregó confianza, se entregó futuro. Ese día Bogotá comprobó que sí es posible construir un país distinto, paso a paso, llave a llave, familia por familia.

 

 

 

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