En lo alto de Ciudad Bolívar, en el barrio María Cano, una escena anuncia un cambio profundo: vecinos reunidos alrededor de un tanque azul, midiendo conexiones, verificando caudales y sonriendo ante la posibilidad de algo tan básico y hoy tan urgente como ahorrar agua. Lo que parece una instalación común es en realidad el comienzo de una estrategia de adaptación climática liderada por la Caja de la Vivienda Popular (CVP) y desarrollada junto a la empresa Eko Group H2O+, especializada en sistemas de captación y reúso del agua lluvia.
Bogotá D. C., 04 de diciembre de 2025
Por: Edwin Alberto Díaz - Oficina Asesora de Comunicaciones
Juan Carlos Fernández, director de la CVP, lo resume con precisión mientras observa el montaje del sistema: “Estamos trabajando desde la Caja de la Vivienda Popular y el sector hábitat para tener este tipo de tanques en las viviendas. Estamos en Ciudad Bolívar, en el barrio María Cano. Estamos trabajando con Eco Group en estos tanques que van a poder recibir y captar hasta 3.000 litros de agua al mes”
Su descripción no es menor. En una ciudad donde el cambio climático ya no es una amenaza futura, sino una realidad que presiona los servicios públicos, las rutinas domésticas y la seguridad alimentaria, cada litro recuperado importa. Más aún si proviene de una tecnología que apuesta por la economía circular: los tanques están fabricados con cuñetes plásticos reciclados, un sello que Eko Group lleva como parte central de su filosofía de diseño sostenible. Que lo expresa con claridad: “Agua que transforma. Diseño que cuida. Innovación que perdura”
El dispositivo instalado en la vivienda comunitaria de María Cano es un sistema de 250 litros, similar a los modelos de la línea Ekomuro H2O+, diseñados para captar, almacenar y reutilizar agua lluvia. Estos equipos - modulares, fabricados con materiales reciclados y compatibles con sistemas de filtración - están pensados para adaptarse a distintos espacios urbanos, desde patios pequeños hasta terrazas amplias.
En el caso de la comunidad, los cálculos son optimistas: según Ricardo Alba, CEO de Eko Group H2O+, “un sistema de 250 litros te puede estar recolectando entre unos 3 mil a 4 mil litros al mes… y en una familia de cuatro personas reduce aproximadamente un 24% del consumo bimensual en el recibo del agua”
El ahorro no se limita a dinero. El impacto se amplía hacia tareas que sostienen la vida cotidiana: regar plantas, limpiar zonas comunes, alimentar huertas urbanas o abastecer sanitarios sin necesidad de usar agua potable. Allí se encuentra una de las mayores potencialidades de estos sistemas: permitir que lo que antes se perdía por los canales de desagüe regrese a los hogares como un recurso útil y renovado.
Para muchos vecinos, la instalación del sistema es mucho más que una mejora técnica: es un acto de resiliencia. Así lo explica Ángel Steven Lazo, uno de los líderes comunitarios que ha impulsado por más de dos años el diálogo con la CVP para hacer realidad este proyecto.
Su reflexión es una mezcla de esperanza y urgencia: “Es necesario que nuestros gobernantes también se pongan en la postura del cambio climático y que haya voluntad. Cuando hay voluntad se pueden hacer cosas increíbles. En este momento vemos que se puede llegar a buenos acuerdos… Es importante estos procesos de adaptación en las casas y en las huertas, para la emergencia climática por la cual estamos trabajando en la actualidad”
En María Cano, esa adaptación toma forma en la huerta comunitaria, un espacio que no solo produce alimentos sino también vínculos y aprendizajes. La autonomía hídrica que provee el tanque permitirá sostener los cultivos incluso en períodos de restricciones o escasez, algo que en años recientes se ha vuelto cada vez más frecuente en Bogotá.
El director de la CVP también enfatiza este punto cuando menciona que el agua recuperada ayudará a mantener las huertas urbanas del sector, fortaleciendo la seguridad alimentaria y promoviendo prácticas sostenibles entre los habitantes. “Esto es un gran logro… y nos va a permitir también poder tener esos alimentos que los ciudadanos están necesitando”
Uno de los elementos más interesantes del proyecto es que los tanques no solo captan agua: también dan nueva vida a materiales que, de otro modo, terminarían como desecho. Los módulos del Ekomuro están fabricados con cuñetes reciclados, lo que convierte cada unidad instalada en un ejemplo práctico de economía circular.

Para Fernández, esta es una apuesta alineada con la visión ambiental del Distrito: “Es un tanque que se hace con algunos materiales que se están reutilizando. Entonces, es una economía circular que estamos propiciando desde el Distrito liderado por el alcalde Galán”. La estrategia tiene potencial de expandirse a toda la ciudad. La combinación entre institucionalidad pública, innovación empresarial y organización comunitaria abre una ruta para enfrentar la emergencia hídrica desde los hogares y barrios.
Programas de este tipo no solo disminuyen el consumo de agua potable: también transforman las prácticas cotidianas, permiten a las familias comprender mejor el ciclo del agua y fortalecen la capacidad de adaptación de los territorios frente al cambio climático.
Si algo evidencia la experiencia de María Cano es que la sostenibilidad no llega únicamente desde los grandes proyectos, sino también desde soluciones simples, replicables y construidas con la gente. Hoy, un tanque de 250 litros es la prueba de que, cuando la comunidad y las instituciones se alinean, el agua puede volver a la vida.
















